Casablanca
Fez
Tánger
Marrakech
Rabat
El período colonial francés en Marruecos, que se extendió desde la firma del tratado de protectorado en 1912 hasta su "pacificación" en 1933, estuvo marcado por una tenaz resistencia por parte de los marroquíes contra la ocupación extranjera. Esta resistencia se manifestó principalmente en las regiones montañosas del Rif, el Atlas Medio y el Alto Atlas, donde líderes como El-Mekki Amhaouch y Assou Oubasslam desafiaron con valentía a las fuerzas coloniales. A pesar de la brutalidad y las pérdidas humanas, la resistencia persistió hasta que las fuerzas francesas finalmente lograron suprimirla en 1933.
Tras décadas de lucha, Marruecos alcanzó la independencia en 1956 mediante acuerdos con Francia y España, lo que marcó el inicio de una nueva etapa en su historia. Sin embargo, los primeros años de la independencia estuvieron marcados por tensiones internas y conflictos, incluidas las guerras de Ifni-Sahara y del Rif, que desafiaron la consolidación nacional del país. A pesar de estos desafíos, Marruecos continuó su camino hacia el desarrollo económico y político en medio de un panorama internacional cambiante.


Los esfuerzos por forjar una identidad nacional sólida y abordar las secuelas del colonialismo definieron el período posterior a la independencia. Marruecos se embarcó en un proceso de reformas internas y políticas nacionalistas para fortalecer su soberanía y promover el desarrollo en todas las esferas de la sociedad. Estos primeros años post-independencia sentaron las bases para la modernización del país y su papel en la escena mundial.
En la actualidad, Marruecos se encuentra en una etapa de desarrollo y transformación, con un enfoque en la modernización de su economía y la promoción del turismo. El país ha experimentado avances significativos en diversos sectores, incluyendo infraestructura, tecnología y educación. Además, continúa desempeñando un papel importante en la estabilidad regional y en la promoción del diálogo intercultural en el norte de África y el Mediterráneo. Sin embargo, persisten desafíos, como el desempleo juvenil y la brecha económica entre las zonas urbanas y rurales. A pesar de esto, sigue siendo un destino atractivo tanto para inversionistas como para turistas debido a su rica historia, diversidad cultural y belleza natural.
En cuanto a su situación política, Marruecos es una monarquía constitucional con un sistema político establecido. El rey desempeña un papel central en el gobierno y en la toma de decisiones, mientras que el país ha experimentado avances en términos de democratización y participación política. Sin embargo, persisten desafíos en cuanto a la plena implementación de reformas políticas y la garantía de derechos civiles y políticos para todos los ciudadanos.

En Marruecos, el sistema de salud se divide entre un sector público y uno privado. El sector público, que abarca el 85% de los servicios de salud, ofrece atención universal financiada por el Estado en hospitales públicos. Por otro lado, el sector privado, financiado por pagos de los afiliados, cubre el restante 15% de la atención médica.
En Marruecos se puede encontrar enseñanza pública y gratuita, y enseñanza privada. La pública está controlada por el Gobierno y a ella acude aproximadamente un 97% del alumnado total. Las clases se imparten en árabe clásico y los libros que utilizan los niños son editados por el Gobierno marroquí.
La economía de Marruecos es un sistema mixto con una importante presencia estatal en sectores como agricultura e industria. Aunque el gobierno desempeña un papel crucial, el sector privado también contribuye significativamente al crecimiento económico. Sectores como el turismo y la industria automotriz han experimentado un crecimiento notable.

La religión predominante en Marruecos es el Islam, siendo el país mayoritariamente musulmán. El Islam juega un papel fundamental en la vida diaria y en la cultura marroquí, influenciando aspectos sociales, políticos y legales. Aunque la constitución garantiza la libertad de religión, el Islam es la religión del Estado y se refleja en muchas instituciones y prácticas cotidianas.